Pastoral de la salud
En palabras publicadas en un libro sobre cuidados paliativos, Iosu Cabodevilla dice que “la enfermedad no es un problema, es una comunicación desatendida. Una parte de nosotros nos está hablando con intensidad y no hacemos caso”.
El ritmo de la vida que llevamos es tan rápido y estresante, que no tenemos tiempo para detenernos y hacernos conscientes de nuestra propia realidad.
Todos los días nuestro cuerpo nos envía señales de alerta, nos está hablando; y estamos tan ocupados y distraídos que le restamos importancia. La enfermedad viene a ser entonces como un grito de auxilio de parte del cuerpo para decirnos ¡tranquilízate un poco! ¡Aquí estoy! ¡Tómame en cuenta!
Es necesario saber hacer pausas, aprender a relajarnos, entrar en comunicación con Dios, la creatura con su Creador.
Recordemos que como seres humanos estamos integrados holísticamente, es decir; somos el conjunto de lo físico, lo social, lo psicológico y lo espiritual. Cuando un área se descuida se puede presentar la enfermedad, el grito de ayuda.
Quien se afana en potenciar solo una parte de esta integralidad, termina por cansarse, llega la insatisfacción pues no está atendiendo al ser humano en su totalidad.
Enfermedades como la depresión, la ansiedad, las adicciones son el resultado o la expresión de una ausencia de atención integral.
Para reflexionar: ¿Cómo aprovecho cada día? ¿Pienso en mi examen de conciencia cotidiano en mi salud, en su cuidado? ¿Hago propósitos firmes acerca de cómo atender integralmente mi salud? ¿Pienso que los médicos son los responsables de mi salud y no yo?
Hagamos un alto y pensemos estas preguntas a la luz de la presencia de Dios que cada día nos regala la vida misma.— Presbítero Alejandro de J. Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud