Pastoral de la salud
Este fin de semana celebraremos en Yucatán el Janal Pixán o comida de ánimas. Es una tradición comer en familia y con los amigos los tradicionales pibes.
Pero no solo eso sino sobre todo el poder recordar y honrar a nuestros difuntos, a nuestros seres queridos que “se nos han adelantado”.
¿Quién de nosotros no recuerda con nostalgia y aún con tristeza en estas fechas a las personas que fueron cercanas y que queremos, ya sea porque fueron parte de nuestra familia o porque fueron amigos nuestros?
Ninguno de nosotros puede sentirse ajeno a esta efeméride, pues el sentimiento nos alberga y nos conmueve.
Es preciso recordar saludablemente a nuestros difuntos, especialmente en la oración, yendo a misa en familia, visitando sus nichos o sepulcros y sobre todo recordar aquellas virtudes que adornaron su vida mientras estaban con nosotros.
No es sano evadir los sentimientos o bloquearlos como si no existieran, como si fueran ajenos a mí. El duelo saludable es recordar, hacer presente, no es la negación de un sentimiento presente. Tan sencillo como preguntarte, ¿Qué es lo que ellos quieren desde el cielo para ti?
Cuando estás inmerso en el dolor del duelo te parece que nunca vas a poder salir de ahí. ¿Por qué? Porque sabes que nunca vas a recuperar a tu ser querido. Pero todo lo que comienza tiene un final. De la misma manera que comenzó un día, tendrá también que terminar.
Terminar no es olvidar, pasar página, abandonar al otro. Ese es el gran temor de las personas en duelo sino buscarle un lugar en lo más íntimo de nosotros mismos, un lugar donde la muerte no puede llegar… Un lugar donde seguir queriéndolo hasta nuestro último aliento y, al mismo tiempo, que nos permita abrirnos de nuevo a la vida.
Los difuntos pueden continuar viviendo no solo en el recuerdo sino ante todo practicando sus buenas enseñanzas, pues si los queremos significa que algo bueno dejaron en nuestra vida.
Este 2 de noviembre haz presente a esa persona que has querido mucho, reza por ella, ve a misa y ofrece tu comunión por su eterno descanso… es el mejor regalo que le puedes ofrecer.
Dice un adagio anónimo: “Cuando naces, tú lloras y todos a tu alrededor sonríen. Vive de tal manera que cuando mueras seas tú el que sonrías y los demás los que lloren”.— Presbitero Alejandro de J. Álvarez Gallegos, coordinador Diocesano para la Pastoral de la Salud