El conflicto, una oportunidad de encuentro

Pastoral de la Salud

Todo conflicto es una oportunidad de encuentro. Continuamos nuestra reflexión en este mes de octubre, acerca de la salud mental. Muchas veces cuando se presentan las emociones se genera un conflicto en nuestro interior al no saber darles un sentido, canalizar los sentimientos, las emociones, las fatigas, los sobresaltos; para darle un verdadero sentido a nuestra vida.

Los conflictos que generan nuestras emociones no son necesariamente malos, al contrario nos deben llevar a mirar hacia adentro, a ver nuestra realidad, sin miedo, con la esperanza de que sacaremos una nueva realidad que nos permita caminar en una madurez humana.

La salud mental se ha definido como un estado de bienestar que se apoya en la conciencia de las propias capacidades, lo que incluye tolerar las tensiones normales de la vida, tener una ocupación productiva y fructífera, así como una relación solidaria con los demás y con la comunidad.

El encuentro con Jesucristo, Salvador y Redentor de la humanidad, nos ayuda a entrar en relación con nuestra realidad, nuestra miseria y así presentársela en un diálogo de amor, de sinceridad y de encuentro con Él, el camino, la verdad y la vida.

Estoy convencido de que es necesario entrar en comunión con Dios, y con la comunidad para poder entrar en relación conmigo mismo. En la medida que haga este ejercicio podré reconocer mejor mis emociones para sanarlas y así poder tener relaciones sanas y maduras.

¿Qué es lo que me impide salir al encuentro de Dios? ¿Qué me impide salir al encuentro de los demás? Ciertamente que se genera conflicto al momento de “entrar en relación”, pues nos encontramos con estas limitaciones que muchas veces nosotros mismos nos ponemos. Surge ahí entonces la violencia interior, para no acomodarnos a vivir en la toxicidad de las emociones negativas. La sed de una comunicación personalizada y auténtica tropieza muchas veces con numerosos obstáculos que impiden satisfacerla.

No tengamos miedo de abrir nuestro corazón y nuestra mente para buscar salir, para vivir el encuentro personalizado, en esta triple dimensión con Dios, con los demás y con nosotros mismos para sanar esas emociones y vivir en un equilibrio, en una salud mental.— Presbítero Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador diocesano de la Pastoral de la Salud