Pastoral de la Salud
Sabemos que el tiempo del Adviento es para prepararnos para celebrar el nacimiento de Jesucristo. Mucho se nos dice y escuchamos que hay que preparar el corazón. ¿pero cómo se hace esto?
La mejor ofrenda, el mejor regalo es uno mismo, darse uno mismo a Dios y a las personas especialmente con las que compartimos la vida todos los días.
¿Cómo ser una verdadera ofrenda para Dios y los demás? Lo sano es disponer el corazón, la mente, el espíritu, el cuerpo, es decir, toda tu persona para entrar en este ambiente de recogimiento, de gozo y gratitud al Señor por el don de su nacimiento, por hacerse hombre como uno de nosotros.
Lo sano es disponerse reconciliándose con Dios y con nuestro prójimo haciendo un buen examen de conciencia, no centrándonos en los errores y limitaciones, sino tal vez en lo que ha faltado hacer con amor, con verdadera generosidad. Reconciliándome en el sacramento de la Confesión y por supuesto si tengo algún pendiente con un familiar o un amigo hablar y dialogar para reconciliar.
Lo sano es meditar la Palabra de Dios, profundizar en la oración para descubrir la voz de Dios vivo que me habla y me interpela.
Lo sano es vivir comunitariamente la Eucaristía y acudir a mi centro pastoral y pequeña comunidad para encontrar a Cristo en mis hermanos, pues al encontrarme con ellos en un intercambio de dones, juntos avanzamos en el camino de conversión comunitaria.
Esto es lo sano y lo santo de la Navidad. También lo es salir al encuentro de los hermanos más necesitados, como nos dice el papa Francisco, es salir a las periferias físicas y existenciales.
Por este medio, quiero expresarte a ti lector que me haces el favor de leer esta columna, que te tendré presente en mi oración y en la Eucaristía esta Noche Buena, la noche santa en la que Jesús nace para salvarnos. Que tengas una muy feliz sana y santa Navidad, en compañía de toda tu familia y seres queridos. ¡Felicidades! — Presbítero Alejandro de Jesús Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud