Pastoral de la Salud
Recientemente se dio el caso del nacimiento de unas gemelas de origen chino con el genoma modificado.
Un Comité Asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS), creado tras el caso de las bebés nacidas en China con su genoma modificado recomendó la creación de un registro global para controlar la investigación en edición genética en humanos con el objetivo de mejorar la transparencia y la responsabilidad de estas prácticas. Además, considera “que es irresponsable en este momento para cualquiera proceder con las aplicaciones clínicas de la edición del genoma de la línea germinal humana”.
Como se comenta en la página web de la OMS, durante los próximos dos años, el Comité brindará recomendaciones para un marco de gobernanza integral para su uso a nivel internacional, regional, nacional y local. El Comité solicitará las opiniones de múltiples partes interesadas, incluidos grupos de pacientes, sociedad civil, especialistas en ética y científicos sociales.
Esta iniciativa se suma a otras recomendaciones dadas en el ámbito internacional sobre la edición genética, tales como el comunicado publicado en “Nature” en marzo pasado, en el que especialistas de siete países piden el establecimiento de un marco de gobernanza internacional para regular el uso de la herramienta de edición genética Crispr en aplicaciones reproductivas.
Asimismo, un grupo de 62 médicos, científicos y bioeticistas emitió una carta abierta al secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, en la que le insta a una moratoria global de los experimentos que alteran embriones humanos para dar lugar a bebés.
A nuestro juicio, estas iniciativas son positivas y razonables, pero no es suficiente prohibir la implantación de los embriones humanos con su genoma modificado. La utilización de embriones humanos con fines experimentales y su posterior destrucción, también es éticamente inaceptable, con base en su estatuto biológico y antropológico.
Las finalidades legítimas en la intervención del hombre sobre otros hombres se pueden resumir en la defensa y promoción de la vida humana. Ésta es la intrínseca y fundamental finalidad que surge del significado mismo de la vida humana donada y confiada de Dios al hombre. No solamente la finalidad estrictamente terapéutica, o sea, la corrección de las enfermedades y de las situaciones varias de desorden, sino también aquellas llamadas alternativas en el sentido de un positivo mejoramiento de la condición de la vida humana.
La vida humana es entendida en términos unilaterales cuando se protegen y se desarrollan determinadas cualidades, sin la necesaria atención a todos los valores y todas las exigencias de la que se compone la vida humana; o también cuando nos preocupamos de la vida y de la salud de algunas personas solamente, alcanzando así verdaderas formas de discriminación social.
La investigación científica, sin duda, se incluye entre las posibilidades y las responsabilidades del hombre creado a imagen de Dios, suma sabiduría.
Un ídolo
Con esta investigación el hombre expresa y vive su señorío sobre el mundo de las cosas y su aprecio incomparable frente a la vida propia y ajena. Sin embargo, debe cuidarse constantemente de la tentación de convertir su investigación en un valor absoluto o en un ídolo. La investigación conserva su significación verdadera en la medida en que se ponga al servicio de la persona y sobre todo de la vida humana.— Presbítero Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador Diocesano para la Pastoral de la Salud