Prevenir para vivir plenos

Pastoral de la Salud

Desde 2003, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), promueve cada 10 de septiembre el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. El objetivo de este día es concienciar a nivel mundial que el suicidio puede prevenirse.

La Asociación internacional para la prevención del suicidio tiene por objetivo: La prevención de comportamientos suicidas, reducir las repercusiones asociadas a éstos, proporcionar un lugar de intercambio para los investigadores, profesionales de la salud mental, ayudantes en situaciones de crisis, voluntarios y enlutados por suicidio.

La Asociación Internacional para la prevención del suicidio fue fundada por el profesor Erwin Ringel y Dr. Norman Farberow en 1960. Desde entonces, profesionales y voluntarios de más de 50 países se han incorporado a sus filas. La AIPS es una organización no gubernamental vinculada oficialmente a la Organización Mundial de la Salud con el fin de prevenir el suicidio.

Es cada vez más alarmante el aumento de personas que recurren a la decisión de suprimir su vida. No debemos juzgar los motivos pero si debemos reflexionar que esto se debe a una notable ausencia de valores en la sociedad, falta de sentido a la vida, la débil experiencia de la fe practicada, ausencia de Dios en las familias, carencia de enseñanza de valores humanos y cívicos en las escuelas, etc.

La sociedad, las familias, las instituciones académicas, los gobiernos, la Iglesia, todos debemos sumar esfuerzos para devolver especialmente a los jóvenes los motivos de esperanza. Involucrarlos es mayor participación de actividades recreativas, deporte, cultura, artes, obras de apostolado, creación de empleos, actividades que se involucren como familia, etc. Son solo algunas acciones para prevenir conductas de ocio, el mal manejo del tiempo libre, y que les llevan a buscar salidas que posteriormente les conducen a la muerte.

Hagamos oración por todas aquellas personas que ante estas crisis de ansiedad, de persecución, de ira o desequilibrio, han escapado a una realidad diferente.— Presbítero Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud