Acompañar al que sufre

Sabemos que el sufrimiento es parte de nuestra vida, más aún es incluso a veces necesario para nuestro crecimiento y madurez. Ciertamente que la mayoría de las veces cuando nos encontramos con el propio sufrimiento no siempre tenemos las herramientas adecuadas para saber obtener los frutos adecuados para nuestra vida. Si esto es así, pienso entonces cuando nos encontramos con el sufrimiento en una persona muy estimada y querida por nosotros.

 

¿Cómo debemos proceder entonces cuando nos encontramos en esta situación? Porque si algo queremos es ayudar a esta persona para que no sufra. La pregunta que nos debemos hacer es ¿realmente ayudo a esta persona liberándola del sufrimiento o la ayudo acompañándola? Se puede ayudar de las dos maneras, solo tenemos que discernir realmente lo que en ese momento es lo más conveniente para el crecimiento y madurez de esta persona

 

No hay que satanizar el sufrimiento como si fuese algo malo, algo que hay que evitar a toda costa, pues tarde o temprano llegará a nuestra vida, solo hay que prepararse.

 

Una fe cimentada en la Palabra de Dios y en la Eucaristía nos ayudará a vivir cada día en plenitud espiritual pero también y no menos importante, la apertura a una vida comunitaria donde salgamos al encuentro del otro nos ayudará a no encerrarnos en uno mismo. La vida en comunidad estará presente en esos momentos en el que necesitamos más consuelo y compañía.

 

El Papa Francisco nos invita en cada momento a vivir la “cultura del encuentro”, en donde todos nos encontremos para hacer nuestra vida más plena, más feliz y más cristiana. Jesucristo nuestro Señor es el mejor modelo y ejemplo de encuentro con los que sufren, El es el Camino, la Verdad y la Vida.

 

Alejandro Alvarez Gallegos

Coordinador diocesano para la pastoral de la salud.