Pastoral de la Salud
Una de las grandes enfermedades de este siglo tiene que ver con la salud mental y es la depresión. El pasado lunes 13 conmemoramos el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión.
No son pocas las personas que hoy día pasan por procesos de angustia, ansiedad y depresión, ocasionados por muchos factores.
Muchas personas viven el llamado “vacío existencial”: sienten que la vida no tiene ningún sentido, que no son capaces de hacer algo que sea de importancia y se van sumiendo en una profunda tristeza interior que no les permite desarrollarse en plenitud.
¿Qué hacer cuando llegan estas enfermedades a nuestra vida? Me parece que lo primero es saber detectarlas, aceptarlas que tú las tienes y debes hacerte cargo de ellas.
Acudir con los especialistas que te pueden ayudar a superar y a sanar estas enfermedades.
Y por supuesto, buscar a Dios y tener una vida de oración activa que te lleve al compromiso. Si sabes canalizar y atender estas enfermedades a tiempo seguramente vivirás con una calidad de vida que te permitirá lograr tus objetivos.
Toda nuestra vida es una constante tensión, nuestra responsabilidad es buscar el equilibrio, la armonía, y para eso necesitamos de la ayuda de la gente que nos rodea. El aislamiento permanente no nos conduce a nada bueno; el abrirse a los demás y potenciar la generosidad nos mantiene de pie. Un signo positivo es la donación y la entrega de la propia vida.
La gracia de la presencia de Dios, las obras de apostolado y las acciones planeadas en beneficio de los demás nos dan la oportunidad de que nuestra vida tenga un sentido. Nadie podría decir que vino a este mundo solo de paso, es necesario dejar huella y así trascender.— Presbítero Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador Diocesano para la Pastoral de la Salud