Mujeres con vocación de amor

Pastoral de la Salud

Se acerca el Día de la Madre. Celebramos a las mujeres que han recibido el regalo de la maternidad. Ser madre significa la gracia de ser portadoras de una gran responsabilidad como puede ser la de engendrar y educar a un hijo.

Nuestro reconocimiento a todas las mujeres que con su sí sostenido llevan hacia adelante su embarazo y lo ven coronado con el nacimiento de su hijo.

San Juan Pablo II en su visita a México dijo que: “La mujer está llamada a mantener viva la llama de la vida, el respeto al misterio de toda nueva vida. A la mujer, Dios le confía de un modo especial el hombre, es decir, el ser humano. En virtud de su vocación al amor, la mujer no puede encontrarse a sí misma si no es dando amor a los demás” (Homilía en Chihuahua, mayo 10, 1990.)

En la educación de los hijos tiene un papel de primerísima importancia la madre. Debido a la especial relación que la une al niño sobre todo en los primeros años de la vida, ella le ofrece ese sentido de seguridad y de confianza, sin el cual le sería difícil desarrollar correctamente su identidad personal, y después, establecer relaciones positivas y fecundas con los demás. Esta relación original entre madre e hijo tiene además un valor educativo muy especial en el plano religioso, porque permite orientar a Dios la mente y el corazón del niño, mucho antes de que inicie una educación religiosa forma.” (Mensaje por la paz, enero 1o., 1995.)

Me parece que nunca estará lo suficientemente valorado el rol que desempeña la mujer como madre, me parece que los hijos no somos lo suficientemente agradecidos con el donde la vida que hemos recibido, ciertamente en primer lugar pero siempre a través de una madre.

“Nunca se insistiría lo suficiente en el hecho de que la mujer debe valorarse en todos los aspectos de la vida. Sin embargo, tenemos que reconocer que, entre los dones y los trabajos que le son propios, resalta con particular relieve su vocación a la maternidad. Con ella, la mujer asume algo así como un papel de fundamento de la sociedad. Es un papel que participa con su comparte masculina, pero no cabe duda que la naturaleza de ha otorgado a ella la mayor parte (…). La misión materna es también fundamento de una especial responsabilidad. La madre ha sido hecha custodia de la vida. A ella le toca acogerla con ternura, favoreciendo ese primer diálogo del ser humano con el mundo, que se realiza precisamente en la simbiosis con el cuerpo materno. Allí es donde comienza la historia de todos los hombres”. Oración del Ángelus, julio 16, 1995.

A todas las mujeres que son madres mi oración en este día tan importante. Dios las bendiga y la Santísima Virgen las cuide y acompañe.— Presbítero Alejandro de J. Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud