Una jornada para invitar a la sociedad a reflexionar

Pastoral de la Salud

El próximo 1 de diciembre se conmemora la Jornada Mundial contra el VIH-Sida. Esta efeméride quiere hacer un llamamiento a todos, en especial a los que tienen cargos de responsabilidad en el campo del VIH-SIDA. Esta jornada ofrece a todos los involucrados la oportunidad de dar a conocer la situación e impulsar avances en materia de prevención, tratamiento y atención a los afectados en los países con elevada prevalencia y también en el resto del mundo.

La Iglesia Católica, fiel al mandato de Jesucristo, el Señor de la vida, sabe que su aportación más propia en la lucha contra esta epidemia que está causando tanta muerte se encuentra en el ámbito de la educación para la prevención.

La transmisión del virus por las transfusiones sanguíneas no depende de los hábitos de las personas, pero en los casos en que se transmite sexualmente, la prevención más profunda y a la vez más eficaz es la formación en los auténticos valores de la vida, el amor y la sexualidad. Su recta perspectiva hará conscientes a las mujeres y hombres de hoy de cómo a través de estos valores llegan a su plena realización personal en una madurez afectiva y en una sexualidad ordenada, que da exclusividad a la pareja y la lleva a seguir normas de conducta que la preserva del contagio sexual del VIH-Sida.

En este contexto se entienden los valores de la fidelidad matrimonial y de la castidad. Así, la prevención y la información que conlleva, se realizan respetando la dignidad del hombre y su destino trascendente, excluyendo campañas que impliquen modelos de comportamiento que destruyan la vida y favorezcan la extensión del mal.

Los médicos y enfermeras y otras profesiones similares tienen mucho de “buen samaritano”. Los sacerdotes debemos tener conciencia de que estos enfermos necesitan una palabra de auténtico consuelo, dándoles sentido a sus vidas que están consumiéndose.

En Yucatán, en el albergue de la “Misericordia de Dios Padre” las hermanas Misioneras de Cristo Resucitado, realizan una incansable y fecunda labor al servicio y cuidado de estos hermanos nuestros con esta enfermedad.

En este sentido la Pastoral de la Salud busca la atención integral, la curación y la salvación que viene de Jesucristo para todos los enfermos, especialmente a los enfermos de VIH-Sida.

Que esta efeméride sea una oportunidad para que las autoridades promuevan la salud integral de la población y favorezcan la atención de los enfermos de Sida basándose en principios de responsabilidad, solidaridad, justicia y equidad.

Que sea un llamado de atención para la sociedad en general para eliminar toda forma de discriminación de los enfermos de Sida y apoyarlos espiritualmente para que nunca sientan que han sido abandonados por Dios.— Presbítero Alejandro de J. Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud